viernes, 8 de marzo de 2013

Reflexiones

Él miraba al vacío con una intensidad fuera de lo común.

-¡A ver quién la tiene más grande!, gritaba.

Y el eco del abismo le respondía con una voz burlona que minaba todavía más su seguridad. Si es que algún día la tuvo, claro. Náufrago en un país de pitorreo y desesperanza, la desidia se le fue comiendo poco a poco por dentro hasta hacerle desesperar. Y un buen día, cogió el dos. Salió por la puerta con lo puesto, dejó la puerta abierta y se largó. Ni nota ni explicación. Algunos dirían después que era un descastado y un desagradecido pero siempre ha habido gente para tó. Contando baldosas fijó su rumbo en ninguna parte y caminó y caminó. Y cuando ya no hubo baldosas contó piedras y cuando ya no hubo de ésas contó motas de polvo, pero hasta eso se acabó. -La crisis-, pensó. Y entonces lo vio. Un vacío inabarcable contenido en un abismo sin fondo aparente. Y le desafió:

-¡A ver quién la tiene más grandeeeee!, y el eco volvió a responderle, esta vez, con voz de niño repelente.

Y harto de repelencias y estupideces saltó. Cuál fue su sopresa cuando en medio de la caída, el abismo le escupió. Nunca supo si fue porque le supo mal, o porque el abismo se atragantó. El caso es que no lo quiso para sí y lo devolvió en medio de una polvareda.

-A lo mejor es que soy yo quién la tiene más grande...

Y sonriendo volvió sobre sus pasos para enfrentarse al mundo tal y como le venía. Nunca sabremos si ganó...

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Animal de Costumbres

Parece que han pasado mil años desde la última vez que pasé por aquí. Creo que puede ser un buen momento para volver con fuerza. O quizá no. Quizás tampoco. Quién sabe...

Quizá el verdadero error es creer. Y lo demás es historia. Poseo cuadernos enteros de frases inconexas e inacabadas. De frases muertas, por tanto. Inútiles. Y sin embargo unidas por un mismo detalle. Un origen depravado y soñador en el interior de un alma oscura y errante. Un alma que, en el fondo, se cree que puede llegar a vivir de esas frases que fabrica sin ni siquiera pensarlo. Y creer es peligroso. Alimenta la esperanza, apuntala el anhelo y frustra a partes iguales para acelerar la espiral de modo vertiginoso y atraparte en un epicentro imantado y mortal. Y creo que puedo en la misma proporción en la que me digo que no. Aliño mi ensalada con un círculo vicioso y un mar de contradicción marca de la casa. Y aún así escribo, me escribo y reescribo frases huérfanas que me permiten creer. Y soñar. E incluso sonreír. Con esa media sonrisa que esconde verdades a puñados y que media entre lo que muestro y la realidad. Así que si todo me lleva al mismo lugar y aún sabiendo a ciencia cierta que el verdadero error es creer, decido hacerlo. Aunque duela, aunque hiera. Incluso aunque mate. Porque si hay que morir prefiero morir curtida. Repleta de cicatrices que demuestren que ha sido vivida al cien por cien en lo bueno y en lo malo. Creer al cien por cien y morir, sí, pero morir matando. He de confesar que nunca he sido demasiado dócil...

domingo, 14 de noviembre de 2010

Pero siempre dejarse llevar

Tener calor pero frío en las manos, o ser capaz de encontrar oscuridad en la luz y no al revés. Buscar dulzura y encontrarla al morder un limón tras tomarse un tequila. Ennegrecer la nieve con un reguero de pólvora, deshacer la bruma con un soplido o añorar lo que siempre quisiste mantener a raya. Reírte mientras lloras o llorar de la risa, o enmudecer la nostalgia drogándola con alcohol. Tirarlo todo por la borda, fugarse del mundo, llegar al tuyo y perderse en el camino. Fumarse las horas y escupir recuerdos. Escribir a ras de piel y encontrar siempre el momento preciso. Morir si hace falta en el intento. Colgarse de la luna y abatir estrellas fugaces, rasgar el cielo con los dedos o hundirse en las profundidades del mar. Respirar agua y exhalar segundos. Perder años y ganar experiencias. Morir de día y resucitar cada noche. Manejar las caderas sobre tu abdomen, saber escuchar. Hablar con la mirada, reprimir sonrisas y desatar lágrimas. Bañarse en café y curarse las heridas con sal. Aunque escuezan. Bailar desnuda y sin embargo vestirse para hacer el amor. Aprovecharse de la rabia, sacar partido del dolor. Desatar la razón y disparar sentimientos. A bocajarro. Cerrar los ojos y en un susurro abrirse el alma en dos. Y luego, de golpe, enamorar a un cometa, confiar en el riesgo, destronar a algún rey, desatar una guerra, teñir de negro el amor. Destilar emociones, pactar con el diablo, desatarse con cualquier canción. Encharcar los pulmones con risas, desnutrir a la tristeza y teñirla con algo de color. Llenarse las venas de tinta y arte, escribir con sangre, desangrarse si es necesario por lo que se quiere. Conseguir que cada domingo sea especial. Ser suave como el peligro y áspera como la tranquilidad. Poner punto y final a unos puntos suspensivos. Saber cuando hay que rendirse. Demandar cariño, robar besos y liberar caricias. Desatar las alas y echar a volar. Follarse al viento y jamás poner diques al mar. Y aunque no te quede tiempo, simplemente, siempre dejarse llevar…

viernes, 29 de octubre de 2010

Intuiciones

A mí este lunes me ha pillado todavía en domingo y le he vuelto a pedir al viento que deje de mentir. Y el tiempo se ha parado a tres segundos y medio de tus brazos, mientras pensaba que no me gusta ni el principio ni el final, que me gusta el durante. Y si lo pienso, he perdido sólo todas aquellas batallas que transcurrieron mientras me dedicaba a ganar otra guerra. Y a veces la vida me queda demasiado grande y ya no quiero seguir demostrando que podría con esto y aún con menos. El miedo me hace convertirme en vértigo y para volver a tierra me pongo a escribir aún sabiendo que siempre he sido chica de pocas palabras. De repente, todo lo demás es lo de menos. Queda toda una eternidad y sin embargo nos hemos quedado sin tiempo. Pero no hay que darse prisa con lo que es para siempre, y volveremos a existir. Es una intuición...

miércoles, 27 de octubre de 2010

Dónde todo empieza

Quiso esquivarlo todo y el mundo se cayó al suelo y se diluyó en cualquier charco. Él coge un folio, un bolígrafo y un vaso de ron. Es otro escritor incomprendido que no sabe qué hacer con su vida y se refugia en sí mismo. En el tabaco, la noche e incluso algún rasgueo de guitarra. Escribe y se escribe, y al hacerlo se encuentra. Y se encuentra pensando en que sigue queriendo romper relojes y quemar calendarios para esquivar la soledad y la ausencia. Así que agarra el bolígrafo con fuerza y se dedica al papel. Y le rasga como haría en un polvo apasionado escribiendo palabras que desgastan los labios y traspasan la piel. Luego cae rendido y destruye lo escrito. Tiene fuego en la mirada y temblor en los dedos. Huele a gasolina, a humo y a algo de alcohol. Viste normal y parece seguro por no aparentar. Es inconformista. Parece de esos que se comen el mundo y no dejan ni las migajas. Pero en el fondo es arte roto y lo demuestra. De esos que prefieren la esclavitud de la libertad. De los que nunca se rinden pero quieren fracasar…